Capítulo 1: El Portal hacia la Isla de los Colores

En el bullicioso patio de la escuela, bajo un cielo azul despejado, Diego jugaba animadamente con sus amigos. Con sus ojos marrones brillando de emoción y su cabello del mismo tono ondeando al viento, Diego era la viva imagen de la alegría infantil. Rodeado de risas y gritos de júbilo, él corría tras el balón, completamente absorto en el juego.

De repente, una voz suave y misteriosa se filtró a través del bullicio, susurrando su nombre. Al principio, Diego pensó que era su imaginación, pero la voz persistía, clara y cautivadora. Intrigado, se detuvo en medio del juego, buscando a su alrededor la fuente de aquel llamado.

Sus amigos no parecían notar nada inusual, continuando con su juego como si nada hubiera pasado. Movido por la curiosidad, Diego comenzó a alejarse del grupo, siguiendo la voz que lo llamaba con una dulzura hipnótica. Cruzó el patio de juegos, sus pequeños pasos lo llevaron más allá de los límites de la escuela, hacia un viejo árbol al borde del campo.

Bajo la sombra de ese árbol, el aire comenzó a vibrar extrañamente. Los colores del mundo alrededor de Diego se entremezclaron en un torbellino, creando un espectáculo de luces y sombras. El corazón de Diego latía con fuerza, mezcla de miedo y emoción. Antes de que pudiera reaccionar, el suelo bajo sus pies pareció desvanecerse, y se encontró cayendo a través de un portal brillante.

Cuando Diego abrió los ojos, se encontró en un mundo completamente diferente. Todo lo que veía estaba en blanco y negro; los colores vibrantes que conocía habían desaparecido. Se levantó, sacudiéndose el polvo de su ropa, y miró a su alrededor, sintiéndose completamente perdido y desconcertado.

Mientras exploraba este nuevo mundo, la naturaleza en blanco y negro de la isla le daba una sensación de vacío y melancolía. Caminó, esperando encontrar alguna señal o indicación de dónde estaba o qué debía hacer.

Fue entonces cuando encontró al caballo, una magnífica criatura de pelaje blanco con crin y cola marrones. El caballo, de ojos inteligentes y apariencia noble, parecía comprender la confusión de Diego. Con un suave relincho, se acercó al niño, ofreciendo su amistad y compañía.

Juntos, comenzaron a explorar la isla. Diego se sentía más confiado con el caballo a su lado, pero la pregunta de por qué todo estaba desprovisto de color seguía rondando en su mente. No pasó mucho tiempo antes de que descubrieran la verdad.

Encontraron un viejo pergamino desgastado, oculto entre las raíces de un árbol gris. El pergamino contaba la historia de la Isla de los Colores y de un villano llamado Doctor Juan, quien, por razones desconocidas, había despojado a la isla de todos sus colores.

Diego, con un nuevo propósito en su corazón, decidió que tenía que devolver los colores a la isla. No sabía cómo lo haría, pero estaba determinado a encontrar una manera. Con su nuevo amigo caballo a su lado, se preparó para la aventura que le esperaba.

Así termina el primer capítulo de «La Isla de los Colores», con Diego y su compañero equino listos para enfrentar los desafíos que les esperaban, decididos a restaurar la belleza y la magia de la isla.

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