Capítulo 1: El Reloj Mágico y la Antigua Roma

Lila siempre había sido una niña curiosa, con su pelo negro siempre en una coleta y sus ojos verdes brillantes llenos de preguntas sobre el mundo. Amante de la historia, pasaba horas leyendo sobre diferentes épocas y soñaba con verlas con sus propios ojos. Un día, mientras exploraba el ático de su abuela, encontró algo extraordinario: un reloj antiguo, con inscripciones extrañas y una esfera que parecía brillar con luz propia.

Al tocar el reloj, sintió un cosquilleo en sus dedos. Sin pensarlo, giró la manecilla hacia atrás y, de repente, un torbellino de colores la envolvió. Cuando se disipó, Lila se encontró en un lugar completamente diferente.

Estaba en medio de una bulliciosa ciudad de piedra y mármol. A su alrededor, personas vestidas con togas caminaban por calles empedradas. «¿Será posible? ¿Estoy en la Antigua Roma?» pensó Lila, maravillada.

El aire estaba lleno de olores desconocidos: comida siendo cocinada en hornos de leña, el aroma dulce de flores en los jardines cercanos, y el olor distante del humo de hogueras. El sol brillaba en el cielo claro, bañando las estructuras impresionantes en una luz dorada.

Lila caminó con cautela, observando todo con asombro. Vio un foro lleno de estatuas majestuosas y escuchó el eco de discursos apasionados. La gente a su alrededor hablaba en latín, una lengua que Lila solo conocía por sus libros.

La niña se sintió abrumada por emociones: emoción por estar viviendo un sueño, curiosidad por explorar esta época, y una pizca de miedo ante lo desconocido. Sin embargo, su amor por la historia la impulsaba a seguir adelante, a aprender y a descubrir los secretos de este tiempo antiguo.

Mientras el sol comenzaba a ponerse, Lila sabía que era hora de regresar. Miró el reloj mágico, dudando por un momento si dejar este mundo fascinante. Pero con un suspiro, giró la manecilla nuevamente y el torbellino de colores la envolvió una vez más, llevándola de regreso a su propia época.

Al abrir los ojos en su habitación, Lila sonrió. Sabía que este era solo el comienzo de muchas aventuras más. Con el reloj mágico en su mano, se preguntó: «¿A dónde iré en el próximo capítulo?»

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