Capítulo 2: La Amistad con el Conejo Curioso

Después de su emocionante descubrimiento y la exitosa ayuda al pequeño Azulito, Flor se sintió más conectada que nunca con el mundo natural. Una mañana soleada, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, escuchó una voz tímida que la llamaba desde la maleza.

«¿Flor? ¿Puedes ayudarme?» preguntó una vocecita suave. Flor miró hacia abajo y vio a un pequeño conejo con manchas marrones y ojos llenos de curiosidad. «Me llamo Saltarín», dijo el conejo, «y estoy buscando un nuevo hogar. El mío fue destruido cuando los humanos cortaron los árboles».

Flor se agachó para estar a la altura de Saltarín. «Por supuesto, te ayudaré a encontrar un nuevo hogar», prometió. Juntos, empezaron a explorar el bosque, buscando el lugar perfecto para que Saltarín pudiera vivir.

Durante su búsqueda, Flor aprendió mucho sobre Saltarín y su forma de vida. El conejo le enseñó cómo encontrar las mejores zanahorias y le mostró los lugares más seguros en el bosque. Flor, a su vez, compartió con Saltarín historias sobre su familia y su vida en el pueblo.

Después de varias horas de búsqueda, encontraron un pequeño claro rodeado de arbustos y flores silvestres. «Este lugar es perfecto», exclamó Saltarín, saltando de alegría. Flor ayudó a Saltarín a acomodarse en su nuevo hogar, asegurándose de que tuviera todo lo necesario.

Mientras trabajaban, Flor escuchó a Saltarín hablar sobre un problema en el bosque: una familia de ardillas había perdido su fuente de alimento debido a la tala de árboles. Flor, sintiendo la necesidad de ayudar, ideó un plan.

Con la ayuda de Saltarín, Flor plantó un pequeño huerto de nueces y semillas para las ardillas. Trabajaron juntos, día tras día, cuidando las plantas hasta que crecieron lo suficiente para proporcionar alimentos a las ardillas.

El esfuerzo de Flor y Saltarín no pasó desapercibido. Las ardillas, agradecidas, se acercaron a Flor y le ofrecieron su amistad. Flor se sintió feliz de haber podido ayudar nuevamente y de haber hecho nuevos amigos en el bosque.

Al caer la tarde, Flor regresó a casa, acompañada por Saltarín. A su llegada, sus padres la recibieron con una sonrisa, orgullosos de las acciones de su hija. Esa noche, Flor se durmió pensando en todas las aventuras que aún le esperaban, sabiendo que cada día traería nuevas amistades y oportunidades para ayudar a los animales de su querido bosque.

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